La Memoria en ‘Los Soldados de Salamina’

Para acompañar la lectura:  http://www.youtube.com/watch?v=5T4IRcoL3FYhttp://www.youtube.com/watch?v=koYXYVhS9Io

En la soldados-de-salamina-filmentrada anglosajona de Wikipedia sobre el libro Los Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas se dice que la novela fue considerada por algunos como modelo sobre cómo conmemorar la Guerra Civil Española. (http://en.wikipedia.org/wiki/Soldiers_of_Salamis).                          En la adaptación cinematográfica de David Trueba (2002), pese a los diversos cambios que el director realiza con respecto a la trama y los personajes, la memoria sigue siendo el tema predominante. En este ensayo pretendo examinar qué tipo de conmemoración se desea tratar en la película: ¿Qué representaciones del pasado y del presente demuestra? ¿Qué reacciones causan dichas representaciones en el espectador?

La novelista Lola está viviendo una crisis tanto en el ámbito personal como profesional. Las vivencias del escritor y funcionario falangista Rafael Sánchez Mazas, en los últimos días de la Guerra Civil, asumen un papel central en la vida de ella. Fascinada por su huida milagrosa de un fusilamiento llevado a cabo por las tropas republicanas, y especialmente impresionada por la generosidad de un joven soldado, que deja escapar a Sánchez Mazas, Lola se sumerge en una investigación obstinada.

Así la película desarolla dos tramas paralelas: una que trata sobre la búsqueda personal de Lola y otra que se concentra en los sucesos posteriores al fusilamiento. Las dos están interconectadas y dicha conexión es aclarada mediante la yuxtaposición de imagenes: Lola sigue las huellas de Sánchez Mazas, sigue el mismo camino que él en el bosque, visita la iglesia en la que se refugiaron los presos poco antes de su inevitable muerte. El espectador ve los lugares y sucesos a través de las miradas no solo de Lola, sino también de Rafael Sánchez Mazas. Así se crea el efecto de que el pasado se acerca al presente, como si no hubieran pasado décadas entre esos días de 1939 y nuestra realidad del Siglo XXI. En algunos momentos, el pasado incluso parece convertirse en el presente: Lola sale corriendo de aquel bosque, porque tiene que salvarse de unos disparos que probablemente provengan de unos cazadores. La desesperación y el miedo del escritor, que está huyendo de sus perseguidores, es la misma desesperación y miedo que siente Lola y nosotros como espectadores.

 En general, la película Los Soldados de Salamina establece una relación intensamente emocional hacia el pasado. Cuando Lola lee el diario del superviviente Sánchez Mazas, parece apropiarse de sus recuerdos como si fueran los suyos propios. Además, los hechos históricos y la ficción se fusionan cuando se reproducen grabaciones ficticias de Sánchez Mazas y cuando se habla de un libro que realmente fue publicado (Yo fui asesinado por los rojos de Jesús Pascual Aguilar) con la misma aura de historicidad. La película de Trueba no solamente muestra ese proceso de apropiación subjetiva a través de su protagonista, sino que también representa una apropiación de la memoria historica en sí. Dicho proceso siempre implica una cierta ‘ficcionalización’ del pasado. Para hacer el pasado (o lo que se suele llamar ‘la memoria colectiva’) significativo, tanto Lola y su alumno mexicano, como Cercas y Trueba, se apropian de él de una manera emocional e individual. Así, la película exhibe que la memoria colectiva, en realidad, es la suma de todas las memorias individuales, y por tanto, una suma de perspectivas y realidades distintas.

 Otros dos aspectos están directamente relacionados con esas observaciones. El primero es el gran impacto emocional que parte de la película. Éste es debido en gran medida a la acentuación del testigo, que en sus testimonios ofrece una representación de la historia filtrada por la memoria y la subjetividad. Así, Cercas y Trueba participan en una tendencia, a la que A. Wieviorka llama La era del testigo: un “Estadio cultural en el que aquel que ha vivido los acontecimientos aparece como el más legitimado para representarlos y cuya palabra preñada de afectividad parece presentar un grado de verdad e interés imposible de alcanzar por el discurso analítico de la historiografía” (de La era del testigo). El relato nos presenta varios testigos: escuchamos a los hermanos Figueras y Daniel Angelats, que pertenecían al grupo de los ‘amigos del bosque’ que ayudaron a Sánchez Mazas. También vemos una grabación del alumno mexicano de Lola mostrando unos momentos en el camping donde trabajaba como vigilante y donde conoció a Miralles. Al final, escuchamos a los dos testigos más importantes, Sánchez Mazas en su diario y Miralles en persona en una residencia de ancianos, donde Lola le visita y entrevista. Trueba demuestra que lo que cuenta son las historias personales, que muchas veces contienen recuerdos dolorosos. Miralles al principio ni quiere recordar, prefiere olvidarse del pasado para poder terminar su vida en paz. Repitiendo lo que he dicho antes, a través de los testigos la memoria colectiva como término abstracto se divide en memorias individuales y por tanto muy subjetivas. Lo que tiene importancia no es el hecho histórico en sí, sino la vivencia concreta de un individuo y todos los sentimientos que están conectados con dicha vivencia. Para Lola hasta se disuelve la oposición entre los republicanos y los falangistas en la Guerra Civil y se niega a tomar partido. Ninguna persona merece ser fusilada y el impacto emocional del diaro del falangista Sánchez Mazas le conmueve tanto como las vivencias del republicano Miralles. Al final, en los testmonios Lola encuentra las ‘verdades’ que está buscando, no solamente para su trabajo, sino para llenar su propia vida de sentido. Hasta que no encuentra una conexión personal y emocional hacia la historia y hasta que no se apropia de la memoria, no consigue escribir un libro auténtico e impactante.

 La acentuación de los testigos también suele implicar una llamada al receptor y ‘consumidor’ de los testimonios que podría decir lo siguiente: ¡Tenemos que luchar contra el olvido! ¡Como parte de las generaciones sucesoras tenemos que reavivar y preservar los recuerdos de nuestros antecesores, a pesar de que ellos pretendan olvidarlos y aunque se nos presenten muchos obstaculos! Lola funciona como ejemplo. Ella percibe la omnipresencia de los recuerdos, como por ejemplo en aquel restaurante en Dijon, donde el camarero le enseña una fotografía antigua de Miralles como joven soldado.

Así Los Soldados de Salamina nos presenta la memoria histórica como algo que se debe reavivar y transmitir continuamente. Además, subraya el papel esencial de la memoria histórica en la formación de nuestra identidad. Miralles, que quiere olvidarse de lo que ha vivido en la guerra, está inevitablemente caracterizado por aquello. El alumno de Lola intenta averiguar algo sobre su abuelo desaparecido en México para conocer su origen y así consolidar el sentido de su identidad. Al final, Lola consigue localizarse como escritora pero también como persona a través la confrontación de lo que precidió a su vida en su pais, y lo que formaba parte de la vida de sus padres.

 El segundo aspecto, que pertenece al asunto de la era del testigo y la subjetivización de la memoria, constituye un mérito muy significativo de la película. Los Soldados de Salamina no solamente participa en la tendencia de valorar el testimonio más que el análisis histórico, sino también plantea el riesgo que está implícito en esa tendencia: el de idealizar y sentimentalizar, hasta distorsionar el pasado. Miralles le reprocha a Lola: “¡Escritores, sois unos sentimentales! Tú lo que andas buscando es un héroe, y ese héroe soy yo, ¿no?” Con esas frases el testigo Miralles desvela y crítica la propensión de idealizar los acontecimientos del pasado. No solamente se refiere a los testigos, como él, que cuentan las partes gloriosas y descartan las que son menos heroicas, sino principalmente a los descendientes que glorifican una realidad pasada y desconocida. Lola, aunque esté de accuerdo con su alumno, sobre que la realidad siempre decepciona, crea ilusiones sobre una realidad desconocida y pasada, en la que un soldado joven y aparentemente noble juega un papel central. Cuando Miralles le confronta con su amarga perspectiva diciendo que “los héroes no sobreviven”, negando que él fuera ese joven soldado y constatando que dicho personaje no tendría ni un solo pensamiento noble, Lola siente desengaño y desilusión. Pero aunque la película deje al espectador con la incertidumbre sobre la identidad de Miralles, le aclara que Lola, a pesar del desengaño por la reacción reservada del testigo, ha encontrado su sentido personal: el de ser una escritora que se dedique a recordar lo que otros quieren o suelen olvidar, de transmitir la memoria.

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